domingo, 8 de mayo de 2022

Sobre la derrota del Canelo

 ¡HOY GANÓ EL BOXEO!

Por Gibi Rapsoda

Hoy no ganó sólo Dimitri Bivol, hoy ganó el boxeo. Hoy no ganó la industria, el negocio, ganó el deporte. Y lo hizo de manera honesta, como debe ser. Ganamos los aficionados, los hinchas, los que amamos el boxeo de corazón.  

Soy mexicano, y el boxeo es muy mexicano, por eso reconozco que el “Canelo” Álvarez no ha sido, no es, ni será el mejor libra por libra. “Canelo” Álvarez demostró que el boxeo lo ha convertido en un buen empresario. Nada más que eso. Sin demeritar sus pocas y limitadas habilidades boxísticas. Ha sabido rodearse de gente que le ha manejado bien la carrera. De ahí, que logre convertirse en uno de los grandes y legendarios campeones mexicanos, se encuentra a años luz de distancia de conseguirlo. La gente no dimensiona, no entiende del todo, sobre todo los canelistas y el Canelo team, que el día de ayer, el Canelo enfrentó al campeón de las 175 libras (semipesado) de la Asociación Mundial de Boxeo, Dimitri Bivol. Este campeón ruso lo que hizo fue defender su título de alguien que pretendía arrebatárselo. Un retador, no cualquiera, sino el magnificado Saul “Canelo” Álvarez. Comprendiendo esto, se ha de saber que el campeón de este peso y asociación sólo ganó alrededor de casi 5 millones de dólares, mientras que el retador, sí, tan sólo era el retador, ganó aproximadamente 53 millones de dólares, añadiendo que el esquema tradicional de la presentación de los púgiles era presentar primero al campeón y luego al retador. Canelo -y no es la primera que lo hace-, es presentado primero, en calidad de retador, y como lo hizo esta vez, con una entrada estrafalaria, que recuerda la de Apollo Creed.   Canelo, la estrella, sólo por eso, ganó esa cantidad.  ¿Y los méritos del campeón ruso no valían más?

Tenía que ser así, ponerle los pies en la tierra. “Canelo” Álvarez no es el mejor como reza de decirlo él mismo, porque no ha enfrentado a los mejores, a los realmente mejores. Hay muchos nombres que quedan por enfrentar, para ser digno de ser llamado el mejor libra por libra y aspirar al Olimpo de los puños. Pero todos esos rivales que quedan por enfrentar son boxeadores en todo el sentido de la palabra, así como Dimitr Bivol demostró serlo en toda su amplitud; y por boxeadores no se entienda a brutos tirando golpes simiescos y desgarbados y sin rastro de poética pugilística como un troglodita. Los boxeadores son artistas del puño, danzan la danza de la muerte para ejecutar; y queda claro que “Canelo” Álvarez no está preparado para entrar en las arenas de ese coliseo. Su compañía de teatro no lo acompañó anoche y la derrota fue lo que pasó. Reitero, Canelo no es el mejor, nunca lo ha sido, lo demostró peleando contra un hombre que nunca fue agresivo, fajador, salvaje, que nunca cedió a tirar golpes desesperados porque no los necesitaba. Bivol nunca estuvo en peligro. 

Que el peso mermó al Canelo, por supuesto (pero esa ya no puede ser una excusa para quien dice tener disciplina o que desconocía los peligros, en todo caso, no hubiera peleado; pero fue él quien lo escogió, y si lo escogió es porque creyó ver posibilidades, y no mínimas). No es un peso natural de esa división, pero no perdió como un campeón que se equivocara de estrategia, perdió porque se enfrentó a un boxeador entero, que no estaba en su decadencia. La derrota de Canelo manifiesta varias cosas graves: su juego de piernas fue superado, no le alcanzó el fondo físico, subir de peso a ese nivel fue un suicidio (no recordó la enseñanza de la física y la biología), estrategia pobre, la velocidad del más pesado lo asombró y él la perdió, técnica devastada y neutralizada, ambición y errores caros de su esquina.  En síntesis, fue inferior en todos los ámbitos, pero sobre todo el más importante: el boxístico. 

Fue aniquilado con una sola mano. Canelo se convirtió en el paradigma de cómo un hombre puede ser destruido con una sola mano y con una combinación simple del “uno-dos”. La clave del Floyd Mayweather Jr. mexicano es una aplicación de golpes básicos de boxeo, no se necesita más para neutralizarlo. Gennady Golovkin esclareció el camino desde la primera pelea con el tapatío: el jab. El golpe sustancial del boxeo era la clave. ¿Cómo neutralizas a un bestia molosa que lanza golpes de poder? Con una daga en la testuz del animal. La delicada destrucción del rostro del hombre con un golpe tan sutil como un verso, rápido como un relámpago e incisivo como un cánido de poderosa mordida. Algunos de los últimos rivales de Canelo lo dejaron ver: el jab lo nulifica, el “uno-dos” lo hace todo, lo demás es barroco. 

Dimitri Bivol sólo uso un golpe para hacer un camino a la médula: el jab de izquierda, ese golpe exquisito que era lanzado como un verso de la Ilíada que Homero escribiera, en el episodio de los juegos donde el pugilato hacía “crujir las quijadas” de los combatientes griegos, a orillas del mar de Troya. Luego, como sutil cirujano, repitió el “uno-dos”. Bivol peleó como un artista, es decir, como un boxeador. Bivol ganó sólo boxeando al Canelo. En ningún momento se desesperó por noquear, no le interesaba, y al tiempo que le hacía al Canelo una muestra de pedagogía pugilística, también lo hacía con nosotros, instruyéndonos que el boxeo es un ajedrez humano y que la brutalidad no tiene que ser violenta, sino debe ser estética, nos recordó la belleza de la destrucción con los puños. ¡Que bello es destruir a un hombre con los puños usando la materia gris, y donde el boxeador es todas las piezas del ajedrez!

Esta pelea deberá dejar como aprendizaje al Caneo team, que debe dejarse de estupideces y quedarse en las 168 libras.  Canelo perdió totalmente en su mejor momento. Posterior a la pelea, fue sorprendente que sólo el Canelo se viera y se sintiera ganador. Todo mundo lo vio perder, hasta su fanaticada, que, en un momento en la arena de las Vegas, guardó un silencio siniestro y mortuorio cuando veían lo inevitable y lo temible. Ni siquiera los que no son hinchas del boxeo, vieron la más mínima oportunidad para el Canelo a partir del sexto asalto. Esto pasa cuando peleas sin clausulas mañosas y ventajosas. No me extraña por qué los jueces le dieron tantos asaltos, 115/113, que eso fue lo más desvergonzado de la noche. Ni siquiera fue una pelea cerrada como dicen algunos comentaristas por compromiso. Quisieron salvarlo, pero no había de dónde.  Casi le roban a Bivol. Un experto dice que debió quedar 117/111 a favor del ruso. Estoy de acuerdo, Bivol fue superior y lo otro justo que hicieron los jueces fue darle la decisión unánime. 

Canelo quiere la revancha, pero no se la merece. Le das la revancha a quien notablemente causó predicamentos e hizo dudar al público de tus capacidades; pero no fue así. A Canelo lo boxearon, dejó en claro que su técnica es deficiente cuando enfrenta a boxeadores de verdad.

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